La Hermana de San José de la Paz, Chero Chuma, escribió esta reflexión mientras trabajaba como enfermera psiquiátrica en un centro para tratamiento ambulatorio en Seattle.

No sé usted, pero hubo momentos en mi vida en los que creí que todas las personas apreciaban la vida como un regalo. Mi ministerio como enfermera licenciada en un centro de tratamiento ambulatorio es una invitación a detenerme, observar y reflexionar sobre el más valioso regalo que he recibido y que es la vida. 

Las personas a las que sirvo en mi ministerio llegan al centro de emergencia porque intentaron suicidarse o tienen pensamientos suicidas. Una gran parte del tiempo en mi trabajo trascurre en escucha terapéutica y estudiando maneras en que una persona puede lidiar con una crisis tras haber tocado fondo de nuevo. 

Los sentimientos de arrepentimiento, ira o culpa porque el plan suicida no resultó siempre se escuchan durante las primeras horas o a veces días después de ser admitidos. 

Los que no están en el mismo ministerio siempre piensan: “¿Cómo lo haces?”. Esta misma pregunta salió de mi boca cuando acabé mi primera evaluación de suicidio como enfermera: “¿Cómo lo hice?”. 

Es por medio de la gracia de Dios que soy capaz de sentarme, escuchar y participar del sufrimiento de alguien que se arrepiente de un suicidio sin éxito y, en ese momento, no ve la vida como un regalo. 

En el fondo de mi corazón, al sentarme a evaluar los riesgos de suicidio y escuchar activamente a mis pacientes, yo sé que ellos tienen un deseo intrínseco de vivir, pero la enfermedad mental los ha llevado a un punto en su vida en el que no creen que valga la pena vivir. Estos son corazones rotos que todavía están latiendo después de una crisis y de cualquier otra crisis que venga. ¿Pueden enmendarse? ¿Qué podemos tú o yo hacer para prevenir el suicidio?

A menudo recuerdo a mis pacientes. Aunque no puedo arreglar todas sus crisis, tengo la esperanza (al igual que otros miembros del personal) de que con sanación y amor ellos también podrán superar la crisis y vivir la vida al máximo. Dado que no todos los pacientes son cristianos, calladamente siempre imploro a Santa Dimpna, venerada como la santa patrona de las personas con enfermedades mentales o trastornos nerviosos, que ofrezca su “poderosa intercesión con Jesús por medio de María” por todos los que sufren de enfermedades mentales. 

Estos corazones rotos todavía están latiendo.

La Hna. Chero Chuma, CSJP, es enfermera psiquiátrica licenciada en el Crisis Solutions Center en Seattle. Obtuvo un diploma de Doctora en Enfermería por la Universidad de Washington y una doble licenciatura en enfermería y teología y estudios religiosos por la Universidad de Seattle. Es directora de vocaciones en los EE. UU. de la Congregación de las Hermanas de San José de la Paz.