Querida Kianna:

¿Cómo sé que el Espíritu Santo está obrando en mi vida?

— Indagador

 

Querido Indagador:

Muchos de mis alumnos plantean este cuestionamiento, preguntándose si el mismo Espíritu Santo que descendió sobre los discípulos en Pentecostés — dándoles coraje, alegría y una gran fe— también está obrando en sus corazones hoy.

Primero, debes saber que el Espíritu Santo siempre ha existido y nunca cesará de existir y obrar en nuestras vidas. Él nos da la inspiración que dirige nuestras palabras y acciones —tal vez a través de algo que leemos o pensamos, por medio de otras personas o de experiencias de nuestra vida cotidiana. 

Los dones y frutos del Espíritu Santo son bendiciones que deseamos cultivar en nuestras vidas. ¿Qué son? Los siete dones del Espíritu son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Los 12 frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.

Tal vez no reconozcamos las obras del Espíritu, pero cada vez que experimentamos alguno de estos dones y frutos, estamos experimentando la bendición y el poder del Espíritu Santo dentro nuestro. 

Podemos fomentar una mayor conciencia de la presencia del Espíritu Santo orando, pasando tiempo en silencio o examinando nuestras vidas. 

Por ejemplo, a menudo siento un impulso a detenerme y dedicar un momento para reenfocarme en el Señor en la oración. Cuando escucho y hago una pausa en lo que estoy haciendo, me lleno de una profunda paz y alegría. Otras veces siento unas ganas repentinas de contactar a un familiar o amigo con quien no he hablado por un tiempo. Cuando sigo esos impulsos, siempre resultan en mucha alegría y consuelo para otros. 

Estos momentos no son coincidencia. Más bien, son fruto del Espíritu Santo que siembra semillas de inspiración para que yo las coseche. Puede que reconozcas cuando el Espíritu Santo está obrando en tu vida de maneras similares, así como cuando enfrentas decisiones transformadoras. 

Fue el Espíritu Santo quien me llevó a descubrir y encontrar a Jesús de una manera más dinámica y a esforzarme por ser su discípula. El Espíritu Santo me ha guiado durante momentos de profundo sufrimiento y de prueba. Él me llevó a descubrir mi vocación y a conocer a mi asombroso prometido. Y es el Espíritu Santo quien me lleva al camino hacia la eterna vida con el Señor. 

Si deseas comprender cómo el Espíritu Santo está obrando en tu vida, te invito a:

• Orar al Espíritu Santo y pedirle que te guíe —algo simple como “Ven, Espíritu Santo”.

• Ser consciente de los impulsos y emociones dentro de tu corazón. Reconoce que no suceden al azar ni son una coincidencia.  

• Recordar los dones y frutos del Espíritu Santo y que, cuando experimentas uno de ellos, estás experimentando la presencia del Espíritu. 

¡Ven, Espíritu Santo, ven!