La Arquidiócesis de Seattle dará la bienvenida a dos nuevos sacerdotes el 3 de junio, cuando el Arzobispo Paul D. Etienne ordene a los diáconos transicionales Sylvester Chanda y John Paul Tomassi. La Misa de ordenación comienza a las 10 a.m. en la Catedral de St. James en Seattle. 

“Alegría y perseverancia” son las palabras que le vienen a la mente al Padre Justin Ryan, director de vocaciones, cuando piensa en estos dos hombres. 

“Ambos traen una alegría contagiante a la vida de la Iglesia y a sus relaciones”, agregó. “Edificar la comunidad es algo natural en ellos, y serán un pilar central del Cuerpo de Cristo donde fuera que vayan en la arquidiócesis”. 

Expresó que estos dos hombres se han mantenido “fuertes en lo que puede ser un camino largo de formación”, citando el traslado del Diácono Chanda de Zambia y el ingreso del Diácono Tomassi al seminario luego de la escuela secundaria. 

Pero más aun, ambos “perseveraron en la experiencia del seminario y en el servicio en parroquias en el pico de la pandemia de COVID”, explicó el Padre Ryan. “Encontraron formas de ser creativos en el ministerio a fin de poder estar presentes para las personas en un momento tan difícil, permaneciendo a la vez comprometidos con su formación para el sacerdocio”. 

Además de creatividad, ambos hombres tienen “un particular don cuando se trata de música y canto”, agregó el Padre Ryan. “Esto mejorará los encuentros de los feligreses con nuestro Señor Jesús, tanto en la Misa dominical como en la Misa diaria”. 

Estas no son las únicas vocaciones que celebramos esta primavera. Dos hombres serán ordenados al diaconado transitorio en mayo: Kyle Rink, el 20 de mayo en la Iglesia de todos los Santos, en Puyallup, y Max Muñoz el 31 de mayo en la Iglesia del Espíritu Santo, en Kent. La ordenación al diaconado transitorio es la última fase en la formación en el seminario antes de la ordenación al sacerdocio. 

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Conozca a los hombres que serán ordenados al sacerdocio el 3 de junio:

Sylvester Chanda

Edad: 34
Nacido en: Lusaka, Zambia
Parroquia: St. Benedict, Seattle
Seminario: Mount Angel (Oregón)

Campo de estudio favorito: Eclesiología de la comunión. Este modelo ubica la Eucaristía en el centro de la vida de la Iglesia, llamándonos a una relación más profunda, personal y amorosa con Dios y unos con otros en el Señor. Se basa en la idea de que en la Eucaristía nos convertimos en lo que consumimos; y la presencia de Cristo dentro de nosotros nos transforma y renueva cada día, acercándonos a la misma vida de Dios, la vida de la Trinidad. Para mí, no hay nada más atractivo que vivir una vida eucarística. 

Jugando fútbol con amigos en el Seminario de Mount Angel.

Santo preferido: Sta. Teresa de Calcuta. Su pasión y dedicación a servir a los pobres, los enfermos y los sin hogar me llegan de una forma muy profunda. En mi propio camino espiritual, lucho por vivir según su espiritualidad: “Vivir simplemente, para que otros simplemente puedan vivir”. 

Pasatiempos: Me gusta jugar y mirar fútbol, componer música y cantar; a veces, jugar vóleibol. Además, me encanta pasar tiempo con mis hermanos y sobrinos.

El diácono Sylvester Chanda participa de la visita del “hombre de los reptiles” (Reptile Man) a la escuela Cristo Rey en Seattle.

¿Cómo fue tu vida antes de ingresar al seminario? Estaba en la escuela secundaria y ya pensando en la posibilidad del sacerdocio. Mi vida se centraba en mi parroquia local. Pasaba la mayor parte de mis fines de semana en la parroquia con un grupo de jóvenes servidores del altar, aprendiendo y creciendo en la fe y, por supuesto, jugando al fútbol. Leíamos juntos las Escrituras, rezábamos el rosario, teníamos diferentes personas que nos hablaban de la fe y cada martes por la noche cantábamos en la Misa diaria. 

El diácono Chanda es todo sonrisas junto a sus sobrinos.

¿Qué persona o experiencia más le influenció para responder al llamado al sacerdocio? El mayor regalo que mis padres me dieron fue y es el regalo de la fe. Luego de perder a ambos padres cuando tenía 11 y 12 años, la mejor forma de honrarlos fue continuar aferrándome al regalo de la fe que me dieron. A los 12 años, comencé a servir en la Misa y a experimentar la cercanía con el Sacrificio Eucarístico en el altar, escuchando al sacerdote presidir, consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo y luego elevando la Eucaristía para la Adoración dentro de la Misa fue una experiencia increíble para mí. Cada vez que el sacerdote elevaba la Eucaristía, recuerdo decirme a mí mismo: “Deseo hacer eso cuando sea grande”. Mirando atrás, cuento esos momentos como los principios de mi camino al sacerdocio, y desde entonces hasta ahora, mi familia y sacerdotes, como el Padre Dean Mbuzi, el Padre Bryan Dolejsi y el Padre Gary Lazzeroni han sido instrumentales en mi respuesta positiva al sacerdocio. ¡Me siento agradecido con ellos por ser un regalo tan valioso para mí y porque me ayudaron a acercarme más a Cristo!

¿Qué es lo que más le entusiasma de ser un sacerdote? Espero con ansia celebrar la Eucaristía, estar cerca de y servir al pueblo de Dios, enseñar la fe y compartir la alegría del Evangelio.


John Paul Tomassi

Edad: 28
Nacido en: Portland, Oregón
Parroquia: Santo Redentor, Vancouver
Seminarios: Obispo White (Spokane); Mount Angel (Oregón) y Mundelein (Illinois)

Campo de estudio favorito: Liturgia, cristología, los sacramentos y la música. Una cosa que me encanta acerca de la Iglesia es nuestro testimonio del hecho de que, en el misterio de Jesucristo, todo lo bueno, verdadero y hermoso se eleva y se redime. De estos valores “transcendentales” —la bondad, verdad y belleza— que Cristo personifica, me siento atraído más ardientemente por la belleza. La vida litúrgica de la Iglesia, centrada en la celebración de la Eucaristía (Misa), es el encuentro más profundo de la Iglesia con Jesucristo en su bondad, verdad y belleza. Así que me siento apasionado por la música litúrgica, porque encontré que es una forma rica y preciosa de entrar en el misterio del perfecto sacrificio de Jesús de alabar a Dios Padre. 

Tomassi chapuceando en el Mar de Galilea.

Santo favorito: Hay tantos santos buenos para elegir, pero siempre vuelvo a San Pedro porque, aunque admiro su audacia, me identifico con su fe vacilante en Jesús. Por un lado, él fue el único discípulo que saltó del barco al agua; por otro lado, tuvo miedo y comenzó a hundirse —pero Jesús nunca desistió de él— (Mateo, 14). 

Pasatiempo: Me encanta preparar y tomar café artesanal. También me gusta cantar por diversión. Siento decirlo, pero no soy bueno con los deportes —tal vez me encuentres caminando, haciendo senderismo, piragüismo o acampando cuando el tiempo lo permite.

El diácono Tomassi deja un mensaje bien claro luciendo esta camiseta que dice “El coro es mi deporte” en el gimnasio del Seminario Mount Angel. 

¿Cómo fue su vida antes de entrar en el seminario? Ingresé al seminario justo después de la escuela secundaria, y en la escuela era aficionado al teatro y al coro, hice un poco de carreras de fondo, debate con mis compañeros y —para ganar algo de dinero— cortaba el césped en mi barrio en Camas, un suburbio de Vancouver.  

¿Qué persona o experiencia más le influenció para responder al llamado al sacerdocio? Debo mucho a mis padres. Ellos nos criaron —a mis hermanos y a mí— en la fe y se aseguraron de que yo supiera que Dios podría llamarnos a la vocación religiosa del sacerdocio. Mi mama asistía a Misa diaria, así que iba con ella y servía en el altar con frecuencia. El ambiente religioso que mis padres crearon en el hogar fue un semillero para mi discernimiento. ¡Gracias, mamá y papa! 

El diácono John Paul Tomassi de vacaciones con sus padres y hermanos.

¿Qué es lo que más le entusiasma de ser un sacerdote? Realmente espero con ansia celebrar los sacramentos —especialmente la Misa y la confesión—. De manera más genérica, espero con ansia ser un signo del amor de Dios en Jesucristo para el mundo y llevar la alegría de su amor a la vida de las personas. Sin embargo, todo esto que espero ansiosamente también considero una honra, porque estas son bendiciones de las que yo nunca podría hacerme merecedor. El sacerdocio es un regalo, ¡para mí y para otros!