El siglo XIV fue una época difícil para nuestra Iglesia. La peste bubónica cobró la vida de una inmensa cantidad de personas y dejó a los supervivientes hundidos en la desolación. Muchos se preguntaron en aquel momento: “¿Dónde está el papa en tiempos como estos?” No estaba donde debería haber estado. Envuelto en política, el Papa Gregorio XI estaba en Aviñón, Francia, y no tenía planes de regresar a Roma.

En esos tiempos de peste y ausencia del papa, la fe y el testimonio de una mujer laica, Sta. Catalina de Siena, cambió el rumbo de las cosas. Cuando la peste llegó a su ciudad, Catalina, que era terciaria dominica, cuidó fervientemente de los enfermos con un espíritu alegre y una profunda fe.

Muchas personas acudían a Catalina como guía espiritual. Eventualmente, el Papa Gregorio XI se unió a aquellos que intercambiaban correspondencia con ella. Con suavidad y valor, Catalina llamó al papa a regresar a sus responsabilidades en Roma. Su fe, sabiduría y santo valor desempeñaron un papel importante en la renovación de la vida de la Iglesia.

Ahora también son momentos difíciles para nuestra Iglesia local. Aunque no tan fatal como la peste, el COVID desestabilizó muchas de nuestras vidas y nuestras parroquias. Necesitamos personas laicas como Sta. Catalina, dispuestas a responder a los desafíos de nuestros tiempos con fe, valor y generoso servicio.

El llamado al servicio está basado en nuestro bautismo y proviene de Cristo. Sn. Pablo reconoció esto al escribir: “él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4, 11-12).

Necesitamos más personas laicas que reconozcan el llamado de Cristo al servicio y a compartir los dones del Espíritu para beneficio del pueblo de Dios. Los ministros eclesiales laicos, que son personas que han sido adecuadamente formadas y autorizadas para servir públicamente en la Iglesia por medio del liderazgo en un ministerio particular, en colaboración con obispos, sacerdotes y diáconos, son cruciales para un espíritu de evangelización renovado en la Arquidiócesis de Seattle

Los ministros eclesiales aportan un testimonio único para ayudar a los fieles a renovar su relación con Jesús. Como Sta. Catalina, ellos también brindan a los obispos y a los párrocos perspectivas claves. La verdad es que no lo sabemos todo, y en verdad valoramos colaboradores en el Evangelio que puedan desafiarnos a explorar nuevas posibilidades y a darnos aliento en nuestro trabajo.

Este es el momento de reconocer los dones que vemos en los demás y a invitarlos a considerar servir en la Iglesia como ministros eclesiales laicos. Al iniciar en nuestra arquidiócesis la siguiente fase en nuestra planificación pastoral y estratégica, invito a quienes tal vez deseen seguir el ejemplo de Sta. Catalina a hacer lo siguiente:

•  Profundizar en tu relación con Jesús por medio de la oración y los sacramentos. La sección “Enriquece tu fe” de nuestro sitio web arquidiocesano (archseattle.org) puede ayudarte.

• Sé voluntario para ayudar a ministros en tu parroquia, trabajando con tu líder pastoral para crecer como ministro.

• Si sientes que Dios podría estar llamándote a ser catequista, ofrécete como voluntario en tu parroquia y visita el sitio web “Enseña la fe” para conocer más.

• Si sientes que Dios podría estar llamándote al ministerio de la caridad, fíjate en las oportunidades en la sección “Servir a los demás” de nuestro sitio web.

• Habla con los líderes pastorales de tu parroquia. Conversa sobre las opciones disponibles para dar el siguiente paso en tu crecimiento como ministro.

Noroeste Católico – Junio/Julio 2022