En su exhortación apostólica La alegría del Evangelio, el Papa Francisco escribe: “La parroquia no es una estructura caduca; precisamente porque tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy diversas que requieren la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y de la comunidad”. Al mirar hacia el futuro en la Arquidiócesis de Seattle, el Señor nos está llamando a esta apertura y creatividad.

Enfrentamos desafíos inmediatos y a largo plazo que nos llaman a ir más allá de lo conocido y lo cómodo. Estos desafíos también nos ofrecen una oportunidad para crecer en nuestra vida en Jesucristo, para acompañarnos unos a otros en el camino de la fe y vivir la alegría del Evangelio cada día.

Los desafíos están ya tocando a nuestras puertas y tienen implicaciones para el futuro. En nuestras reuniones de la Junta de Personal Sacerdotal, quedó claro que no tenemos suficientes párrocos para satisfacer las necesidades de nuestras parroquias el 1 de julio. Por esa razón, necesitaremos solicitar a varias parroquias que compartan un párroco. Esta es una solución a corto plazo para una necesidad imperante, pero que, a largo plazo, apunta tanto a un desafío tanto como a una oportunidad.

Si comparamos la cantidad de jubilaciones de sacerdotes con el número de ordenaciones que tenemos proyectadas para los próximos 15 años, las 168 parroquias y misiones de nuestra arquidiócesis contarán con el servicio de aproximadamente 67 sacerdotes diocesanos. Y aunque contamos con el ministerio de sacerdotes de otros países, es importante que nos demos cuenta de que, en la mayoría de estos países, la Iglesia está creciendo, ¡y tienen mayor necesidad de sacerdotes que nosotros!

El despertar a esta realidad significa que debemos considerar la visión de “gran flexibilidad” del Papa Francisco, y saber que la vida de nuestras parroquias debe asumir “formas diferentes”.

Al mismo tiempo, el Señor nos está brindando una importante oportunidad de responder a este desafío con gran creatividad. En virtud de nuestro Bautismo común, los fieles laicos y ministros ordenados comparten la responsabilidad por la vida de la Iglesia y la difusión del Evangelio. El desafío que enfrentamos no se trata solo del número de sacerdotes, sino también de un llamado a los laicos al importante trabajo de ministerio.

Como arquidiócesis, tenemos una larga historia de desarrollo y apoyo a ministros eclesiales laicos. Pero, al igual que sucede con los sacerdotes, el número de ministros laicos, tanto profesionales como voluntarios, ha disminuido. Es tiempo de revitalizar este ministerio esencial. Deseamos ser una Iglesia guiada por la misión, donde todos los diversos dones y ministerios están presentes y activos, donde existe una colaboración vital entre los sacerdotes, diáconos, hombres y mujeres consagrados y fieles laicos.

A fin de estar a la altura de los desafíos y hacer un plan para el futuro, estoy iniciando un proceso más intenso de planificación estratégica en nuestra arquidiócesis, denominado “Colaboradores en el Evangelio” (Cf. Filipenses 1,3-6). Durante los próximos meses, promoveremos la participación del liderazgo y los feligreses en la planificación de una vitalidad a largo plazo de nuestra Iglesia local.

Mientras tanto, deseo que sean conscientes de que hay una serie de parroquias y sacerdotes que se verán afectados por estos desafíos. Aunque me siento confiado en la dirección a la que Señor nos está llamando, sé que para muchos, este será un tiempo de cierta ansiedad. Pero estamos en esto juntos, y juntos enfrentaremos este desafío y aprovecharemos esta oportunidad para guiar a la Iglesia Católica en el oeste de Washington hacia un futuro lleno de esperanza.

En estos últimos días he hallado gran esperanza en las palabras de Sn. Pablo a la Iglesia en Filipos. Estas palabras nos brindan esperanza hoy en la Arquidiócesis de Seattle, y las cito aquí como una oración mía:

“Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de ustedes, siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos ustedes, por su comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido de esto, que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1,3-6).

Oremos para tener una gran sensibilidad al Espíritu Santo, que nos mostrará cómo debemos ser el Cuerpo de Cristo hoy. Dios es fiel y continúa acompañándonos en este camino de fe de nuestra colaboración con el Evangelio. Por favor tengan la seguridad de mis continuas oraciones por ustedes, y les pido que oren por mí, y por los sacerdotes y ministros pastorales de nuestra Iglesia local.

Noroeste Católico – Abril/Mayo 2022