Una de las mejores experiencias de mi juventud fue ser un Boy Scout. Aprendí mucho y disfruté de las excursiones y campamentos, pero la mayor recompensa fue la estrecha amistad con algunos de mis mejores amigos. No creo que hubiera sido posible esa conexión sin los proyectos compartidos: encontrar el lugar para acampar, hacer fogatas y discutir sobre la existencia de Bigfoot (todavía un tema no resuelto entre nosotros). 

La misma dinámica se presenta cuando servimos en la Iglesia. Antes de su Ascensión, Jesús envió a sus discípulos a hacer discípulos del mundo entero (Mateo 29, 29-20). Esto no es porque no podía hacer el trabajo él mismo, sino porque desea que nosotros nos hagamos amigos del Espíritu Santo. 

Jesús prometió que el Espíritu Santo vivificaría el trabajo de la Iglesia, de la misma manera que el alma vivifica al cuerpo. Al invitarnos al servicio dentro de la Iglesia, Jesús nos invita a trabajar junto con el Espíritu. Esto nos ofrece una oportunidad de conocer y amar al Espíritu de una manera real y práctica. 

Esta es la razón por la cual el Arzobispo Etienne y nuestros párrocos nos invitan a todos a servir en la Iglesia. Sí, la Iglesia se beneficia de nuestro servicio, pero lo más importante es que nosotros necesitamos de esa oportunidad de crecer en amistad con el Espíritu. 

Por supuesto, esta amistad no es automática. El Espíritu Santo nunca nos obliga. Si basamos nuestro trabajo en la Iglesia en nuestras prioridades y necesidades, nuestro servicio no será más que un proyecto humano. 

Sea cual fuera el servicio que brindemos, nuestro primer paso debe ser escuchar al liderazgo de la parroquia, observar a nuestro alrededor y preguntarle a Dios con apertura y humildad, en oración: “¿Qué deseas que yo haga para ayudar?”. Luego, necesitamos aprovechar los recursos disponibles para crecer en nuestra capacidad de pensar, sentir y actuar con el Espíritu. Puede encontrar más acerca de estos recursos en la sección “¿Estás llamado a servir como ministro laico?” en el sitio web de la arquidiócesis en: archseattle.org/lay-formation. Después, podremos avanzar en el servicio. 

La mayoría de los campamentos con los Boy Scouts fueron bien, pero algunos no tanto. A veces, teníamos que caminar millas solo para encontrar un lugar mojado para acampar y tener que acurrucarnos todos alrededor de la fogata en medio de la lluvia y el frío. A veces nos preguntábamos: “¿Por qué estamos haciendo esto de nuevo?”. 

El servicio en la Iglesia a veces nos puede también parecer así. Si te queda alguna duda, fíjate en la vida de los santos. Como ellos, nuestro “por qué” debe siempre ser mayor que los beneficios materiales que obtenemos cuando servimos y del que ofrecemos a otros por medio del servicio. Nuestro “por qué” siempre debe residir en la extraordinaria oportunidad de una amistad con el Espíritu Santo, siguiendo el mandato de Jesús, que nos prometió: “¡Y recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 20).  

El Diácono Eric Paige es el director para formación y servicios diaconales en la Arquidiócesis de Seattle. Contáctelo en: [email protected].